Desesperación y muerte
Desconsolados sollozos se desprenden de mi alma al ver muerto al único ser al que siempre amé, al que amé en la distancia y en las cercanías, al que amé en silencio mientras nadie lo hacía, al que un día armándome de valor le revele mis sentimientos.
Con amargas lágrimas corriendo por mi rostro me arrodillo frente al cuerpo inerte de mi amado, gritos de desesperación son arrancados de mi garganta al sentir mi corazón romperse en mil pedazos viendo como se le escapo la vida al ser que le entregue mi vida y mis esperanzas.
Bramidos de dolor afligían mi cuerpo al saber que ya nunca podría volver a sentir la fiera pasión que nos envolvió la noche en que le entregue mi cuerpo virginal y mi corazón aventurero.
Ahora me domina el sufrimiento, y éste dio paso al dolor, el dolor a la ira, la ira a la furia, y segada por ésta corrí al bosque en busca del miserable que me robo lo que más amaba.
A cada paso y a cada segundo mi furia aumentaba trasformándose en odio, ¿odio?, sí, esto era odio, esto es de lo que tanto la gente me hablaba y querían que aprendiera, pues bien ya lo aprendí y ahora me encuentro persiguiendo al desgraciado asesino como si fuera una feroz pantera en busca de venganza.
¡Sí, eso era yo, una fiera pantera en busca de venganza, una fiera dominada por el sufrimiento, el dolor, la ira, la furia y el odio por la perdida de un ser amado!
Tras pasar los minutos di con él, con mi propio padre, sin hacerme esperar me abalance sobre el, no le di tiempo a reaccionar lo golpeé sobre el corazón proporcionándole una muerte inmediata, lo ultimo que vio antes de morir fue mi cara ensombrecida por las tinieblas, no suficiente con esto le golpee la cara hasta el cansancio.
Me sentía sucia al saber que la sangre de ese ser corría por mis venas, repucnacia asía su memoria, el no valía la pena, “morir por tu seres amados es la mejor gloria que hay mi hija”, esas fueron las palabras de mi madre antes de morir y en este momento me llenan de paz.
Con mi cuerpo en pleno agotamiento me dirigí de nuevo hacia mi amado de ojos azules, con las pocas fuerza que me quedaban me acosté a su lado y sobre mi corazón pose el “kunai” que mi amado me había regalado.
Cerré los ojos y con un último suspiro de esperanza me quité la vida deseando con todas mis fuerza reencontrarme con mi amado en un mejor lugar.